La manzana deshidratada es rica en pectina, que al ser consumida se convierte en fibra soluble, ayudando a regular el colesterol y a mantener estables los niveles de azúcar en la sangre. Además, este fruto deshidratado aporta aminoácidos como cisteína, glicina, arginina y valina, que ayudan a eliminar toxinas del hígado. También favorece el desarrollo saludable de los músculos, lo que la convierte en un snack ideal para consumir después de hacer ejercicio. La manzana deshidratada contiene ácido glutámico, que potencia la capacidad de retención de información. Además, incluye sorbitol, que promueve el bienestar del sistema digestivo, y minerales como calcio, hierro, fósforo y potasio, que son esenciales para su correcto funcionamiento.